Estoy aquí porque hace un momento subí a mi azotea para tomar una foto y aunque ya lo había hecho antes no había sentido en misma magnitud lo que hoy, quizá porque antes estaba más distraída en otros pensamientos y no había leído previamente un artículo tan revelador:
[Los pensamientos intrusos son aquellos cuyo contenido se percibe como ajeno o contrario a los valores o principios de la persona, o bien despierta alarmas por su temática relacionada con temas percibidos como peligrosos. Preguntarse ¿por qué estoy pensando eso yo? puede ser una pregunta peligrosa o corresponder a un problema si responde a: porque en el fondo quiero hacerlo, porque lo voy a hacer, o porque ésta es mi verdadera naturaleza…]
En la mañana, antes de subir a la azotea leí de Psyciencia lo que te cité arriba y me quedé pensando en las veces que me he sorprendido dentro de esos pensamientos intrusos que me preguntan “y si yo…” cuando estoy cerca de las vías del metro.
Algo que vi en el paisaje desde mi ventana me encantó y sin pensar en nada tomé el celular y subí las escaleras hacia la azotea. Una vez tomada la foto y verme cerca de la orilla, mis pensamientos intrusos fueron apareciendo lentamente y cada vez más claros. Sentí el peso de mi cuerpo y lo imaginé cayendo, recordé las veces que he sentido el vergonzoso deseo de exponerme al peligro, a la caída, al límite, a la propuesta más que a la pregunta, al qué pasaría si…
Sentí terror, pero por primera vez esto fue claro, y por eso lo que antes era un miedo menor ahora me rebasó, no tenía solo miedo de imaginarme cayendo, sino de saber que podía hacerlo, como lo has dicho tú, miedo a <>. ¡Lo has dicho TAN BIEN!
Tuve que obligarme a pensar en el color de mis sandalias que alcancé a notar, pensar en que de otro color se verían mejor, tuve que decirlo en voz alta, porque sentí terror y ganas incluso de llorar, porque sentí que nadie podría defenderme de mí si no podía controlar el impulso que me estaba tentando; por un segundo no me pude mover y me abracé a la casita del tinaco, advertí que si bien me iba me quedaría llorando ahí un rato si no me ponía a salvo pronto, así que como lo dije, me centré en el color de mis sandalias y abrazando y rodeando la casita del tinaco llegué al la escalera y bajé temblando. Una vez abajo y más tranquila quise buscar testimonios de personas que hubieran pasado por esto, para sentirme acompañada, y heme aquí, me encuentro ahora en tu Blog, qué admiración siento por lo que has hecho, qué ciertas tus palabras, y la cita de Kundera muy oportuna. Bueno, estoy más tranquila, pero no sé si con la decisión de aventarme al vacío aún con protección. :D
Efectivamente el miedo no se reduce a saberse cayendo, hoy sentí que mi miedo era hacia mí. Tras leer el artículo, mi experiencia, tu testimonio y tu cita he concluido que sí, el miedo en ese momento de vértigo es hacia la decisión impulsiva que podríamos ser capaces de tomar, a saber que si el miedo no aparece podríamos sucumbir ante el tentador deseo de probar y lanzarnos. EXCELENTÍSIMA PUBLICACIÓN, mis respetos por tu logro y mi gratitud por compartirlo.